Serenidad

Cóctel cremoso de serenidad con ron Brugal 1888, matcha, leche de almendra y coco. Servido como un ritual de calma en Serendipia.

Serenidad

12,00

Cóctel cremoso de serenidad con ron Brugal 1888

🍃 Un cóctel cremoso de serenidad con ron Brugal 1888 que no busca agitar el alma, sino apaciguarla, como si una hoja cayera suavemente dentro de una copa sin hacer ruido.


🍹 Ingredientes

  • Ron Brugal 1888 *

  • Matcha ceremonial

  • Leche de almendra

  • Pulpa de coco mágico

  • Aire de calma


⚠️ Alérgenos

Este cóctel contiene leche de almendra. Forasteros con alergias a frutos secos deben consultar a los aldeanos antes de entregarse a este hechizo sedoso.


🧠 Sabor y experiencia

Este cóctel cremoso de serenidad con ron Brugal 1888 tiene una textura suave y un sabor herbal, con toques tostados del coco y la almendra. El matcha aporta profundidad, mientras el ron da equilibrio y una calidez envolvente.
Además, no hay azúcar innecesaria ni adornos: solo lo esencial.
Por lo tanto, es ideal para quienes buscan una bebida introspectiva y delicada.


📜 La historia del hechizo

En Serendipia, la paz no se encuentra… se prepara.

Hubo una época en que los aldeanos temían al silencio. Creían que la calma era pérdida, que la lentitud era debilidad. Hasta que alguien—nadie recuerda quién—sirvió una copa como esta al borde del bosque encantado.
Y la paz, por fin, tuvo sabor.

Desde entonces, este cóctel cremoso de serenidad con ron Brugal 1888 se ofrece a todo forastero que necesita una pausa: no un escape, sino un momento real.
La leche de almendra y el coco susurran a la lengua; el matcha activa la mente sin agitarla. Finalmente, el ron Brugal 1888 abraza todo con su elegancia madura.

“Una pausa líquida en medio del bosque encantado.”

Recomendamos acompañarlo con arroz de pollo Heura, un plato vegetal y cálido que combina a la perfección con la serenidad botánica de esta poción.
Y si deseas explorar más armonías, puedes consultar nuestra carta.

Este cóctel cremoso de serenidad con ron Brugal 1888 no se bebe para cambiar. Se bebe para quedarse exactamente donde estás… y por fin respirar.

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